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En primer lugar, el transhumanismo (abreviado H+) se define como un movimiento cultural e intelectual que tiene como objetivo transformar la condición humana, superando y aumentando sus capacidades innatas, mediante el desarrollo y fabricación de tecnologías transcendiendo así los límites biológicos. Como consecuencia, esta corriente supondría para algunos una mejora de la especia humana, conocida como transhumana, y para otros un final desastroso de la especie tal y como la conocemos.

Respecto a la cuestión planteada, el transhumanismo, a pesar de su ambición por alcanzar una raza perfecta, podría desembocar en una catástrofe mundial. Bajo mi punto de vista, se trata sobre todo de una cuestión ética, pues al final este movimiento implica acabar con la evolución genética del hombre, la cual ha continuado su desarrollo desde los primeros homínidos hasta nuestros días.

Primeramente, el movimiento H+ refleja un apego descontrolado por la innovación tecnológica y su desarrollo llegando al extremo de fundirla con la condición humana. De modo que, puede llevar a ignorar los efectos colaterales de su realización (fines nocivos como la alteración de ecosistemas) y atentar contra la ética humanista, como hemos dicho anteriormente (experimentación en humanos) o incluso en el ámbito ambiental (reanimación de especies extinguidas). Además, existen organismos con capacidades de adaptación y supervivencia mucho más complejas que algunas de las que poseemos, por lo que el humano es una especie más, de entre tantas, y nuestras habilidades están limitadas por un contexto de desarrollo específico. Es necesario que este orden se mantenga para conservar la estabilidad natural entre todas las especies y la biosfera. Aún así, en pleno siglo XXI es prácticamente inevitable el acceso y empleo de las tecnologías diariamente, que viene paralelo al desarrollo de nuestro entorno social, pero siempre y cuando esta utilidad no suponga una alteración genética del individuo.

La clonación, el Proyecto Genoma Humano, la robótica son algunos inicios presentes hacia dicha creación de humanos perfectos y eternos (llamados “posthumanos”) que extinguirían el valor natural y la subjetividad del hombre. Según la filosofía transhumanista sus principales objetivos son el uso de la tecnología para mejorar la condición humana y un sentido ético que oriente dicha mejora. Sin embargo, la mera idea de emplear esta ciencia avanzada ya altera el comportamiento humano y sus habilidades destruyendo sus cualidades físicas y psíquicas de tal manera que, el resultado serían simples robots humanos sin distinciones que les caractericen individualmente. Asimismo, el transhumanismo plantea un gran conflicto por el cual los posthumanos (mejoramiento del hombre) podrían convertirse en una amenaza para aquellos no “mejorados” debido al deseo de sometimiento de un grupo hacia el otro, ya sea por parte de los humanos perfeccionados a los no mejorados o viceversa. El resultado sería una conducta que degradaría a la especie humana pudiendo incluso derivar en actos violentos y un odio racial entre ambos. Desgraciadamente, es indudable que se originaría esta fractura social porque somos muy dados a prejuzgar, clasificar y  discriminar a otros por su condición de diferentes.

De esa diferenciación de la humanidad, nacería otra de las consecuencias del transhumanismo. En el caso de que cada país, ciudad o región tuviera la capacidad de seguir sus propias vías de investigación científica y tecnológica, podríamos llegar a tener muchos tipos de subrazas diferentes. De tal manera que cada una tendría una entidad propia, desapareciendo por completo el concepto de ser humano que englobaba a todos en un principio. Por ejemplo, humanos que nazcan sin extremidades para adaptar en ellos partes mecánicas, o bien individuos cuya información genética ya no es humana y, por tanto, se habrían convertido en completos seres artificiales perfectos, pero ya no estaríamos hablando de personas humanas.

Bien es verdad, que nuestro organismo, rasgos físicos y comportamiento han sido modificados a lo largo de millones de años para poder sobrevivir y adaptarnos a los distintos medios, comprendiendo así una especie de perfeccionamiento como el que plantea el transhumanismo, sin embargo, en este caso se trata de la selección natural y no de procesos artificiales tecnológicos. Asimismo, hablando concretamente de transhumanismo genético, la alteración de secuencias de ADN podría evitar ciertas enfermedades teniendo por consiguiente un efecto positivo, pero esa misma acción podría implicar un impacto indirecto en la información genética, cabiendo la posibilidad de incapacitar a la especie de reproducirse naturalmente, y como consecuencia provocar nuestra propia extinción.

Por último, cabe mencionar que la ejecución de dicho mejoramiento humano conllevaría una inversión enorme de dinero, conocimiento y materiales para poder llegar a ser viable, y eso exige la implicación de las grandes empresas del mundo que, a cambio, demandarían derechos de explotación de lo que les fuese necesario y, además, existiría siempre el riesgo de que buscasen únicamente el beneficio económico y no el perfeccionamiento de la especie.

 

En definitiva, consideró primordial sostener la idea bioconservadora de una naturaleza humana ya que, al fin y al cabo, la esencia del hombre también son las imperfecciones que nos definen individualmente y por ello, hay que combatir la intención de atentar contra la naturaleza humana en general y que particularmente conlleva el transhumanismo.

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